Instalar un caudalímetro en una zona industrial donde no hay acceso a energía eléctrica parece, a primera vista, un problema obvio: «pues tira un cable». Pero la realidad de planta nos ha enseñado que rara vez es tan simple. No hablamos solo de una extensión, sino de proyectos que pueden escalar rápidamente en complejidad y coste.
Hemos acompañado a clientes donde la opción de cablear una nueva línea eléctrica implica una ingeniería no menor: estudios de ruta, zanjas extensas en terrenos complicados o incluso bajo infraestructura existente.
Se suman los permisos de seguridad rigurosos y, muy importante, paradas de planta no programadas que impactan directamente en la producción y generan pérdidas considerables. Las distancias, además, pueden hacer inviable la caída de tensión o requerir inversiones desproporcionadas en transformadores y cableado de gran calibre. ¿Les suena familiar esta lista de ‘peros’ operativos, de esos que hacen que un proyecto sencillo se convierta en un rompecabezas?
Ahí es donde la solución de un caudalímetro de batería o con alimentación autónoma entra en juego, y no solo por una cuestión de comodidad. Un equipo como un caudalímetro electromagnético alimentado por batería, por ejemplo, no solo resuelve la limitación eléctrica.
La clave aquí no es solo la autonomía energética, sino la flexibilidad operativa y la reducción de la huella de intervención que ofrece. Imaginen el impacto real: menos horas-hombre, cero interrupciones mayores y mediciones exactas en tiempo récord. ¿No es eso lo que buscamos en el día a día?
Más allá de la alimentación, estos sistemas modernos a menudo integran capacidades de data logging y, en algunos casos, módulos de comunicación inalámbrica de bajo consumo (como LoRaWAN o 4G/5G) para enviar los datos a un SCADA o sistema de gestión, incluso desde los puntos más remotos.
Esto transforma un punto ciego en un nodo de monitoreo inteligente, sin la necesidad de abrir nuevas canalizaciones o construir casetas de control. No se trata de «no querer cablear» por pereza, sino de buscar la solución que menos impacto tenga en la operación diaria, que optimice el presupuesto global del proyecto y que, sobre todo, garantice la fiabilidad y la continuidad de la medición a largo plazo.
La decisión final siempre se reduce a una evaluación completa del costo total de propiedad (TCO), no solo del precio inicial. Esto incluye la mano de obra, los tiempos de inactividad de la planta, los costes de seguridad y permisos, la fiabilidad a largo plazo del equipo en ese entorno específico, y la facilidad de mantenimiento y calibración.
A veces, la solución que parece más obvia o tradicional, termina siendo la más ineficiente y costosa a largo plazo. Nuestra experiencia acompañando a diversas industrias nos ha demostrado que una inversión inicial aparentemente mayor en una solución autónoma puede resultar en ahorros operativos y de capital significativos. La clave está en pensar más allá de la conexión; está en el criterio.
En Trumentto, compartimos la convicción de que en procesos críticos, cada detalle cuenta. Por eso, nuestro enfoque es siempre sumar criterio y experiencia real para cada desafío en campo.
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En procesos críticos.